Prudencio Miguel Reyes, el primer hincha de la historia
A principios del siglo XX, el ambiente en las canchas era un tanto diferente a como lo conocemos hoy en día, el público mantenía cierta seriedad y una postura en general recatada. En esa época, llegó a Nacional un talabartero llamado Prudencio Miguel Reyes, un robusto paisano que acompañaba al equipo y realizaba las trabajos de utilería, pero su principal función era “inflar” las pelotas, o como se decía en lunfardo rioplatense “hincharlas”.
Al estupefacto público de aquel entonces, le resultaba extraño que Prudencio se paseara de punta a punta, al borde de la cancha, alentando a los jugadores, lanzando gritos con su vozarrón y generando un clima hasta entonces inédito. Tan insistentes eran las ruidosas demostraciones de Reyes, que allegados y visitantes se preguntaban: “¿y ese quién es?”... La respuesta era unánime...“Ese es el hincha”.... “El hincha pelotas de Nacional”.
“Ese es el hincha”.... “El hincha pelotas de Nacional”.
Poco tiempo hizo falta, para que los gritos de Reyes no fueran en solitario y para que a él y a sus compañeros en la grada se les conociera como hinchada. Con el tiempo, la palabra hincha se fue aplicando a absolutamente todos los partidarios del resto de los clubes, los cuales hoy se autodenominan orgullosos como “hinchas” de sus equipos.
La potente matriz criolla y popular de Nacional se ve nuevamente reflejada en este aporte trascendente para la historia del fútbol mundial. “Hincha”: una pasión, una definición, una forma de sentir, algo sin lo que el fútbol no sería fútbol, que como todo elemento mitológico tuvo una realidad humana: el “Gordo” Prudencio Miguel Reyes.