Se comenzó a realizar un monitoreo durante la práctica con tecnología GPS en cada futbolista, con el objetivo de controlar las cargas e impacto en las propuestas de entrenamiento.
Esta tecnología permite individualizar los diferentes componentes del esfuerzo deportivo, señalando tanto las distancias y velocidades desarrolladas, como la cantidad de golpes al balón, seguimiento en los espacios ocupados durante el juego (mapa de calor) y nivel de exigencia individual y colectiva para la tarea.
Además incluye herramientas muy importantes para optimizar los análisis, permitiendo reprogramar y ajustar volumen e intensidad del trabajo de cada jugadora.
Esto forma parte del camino de profesionalización del fútbol femenino, no solo en lo que involucra a las deportistas individualmente, sino también en cuanto a las herramientas disponibles para mejorar el desarrollo del deporte.
